
RESPIRAR PARA CALMAR LA MENTE
RESPIRAR PARA CALMAR LA MENTE
Respirar es una parte esencial del mindfulness, simplificando mucho, muchísimo, donde nos concentramos en el momento presente, en la acción misma de respirar.
Existen estudios científicos que demuestran los beneficios de respirar de manera consciente: reduce el estrés, la depresión y el dolor, regula la presión arterial, refuerza el sistema inmunitario, mejora la memoria y la atención, ayuda a tratar desórdenes alimenticios, adicciones…
RESPIRAR EN EL MINDFULNESS: EN QUÉ CONSISTE
El mindfulness o atención plena consiste en prestar atención al momento presente de forma intencionada y sin juzgar.
Nuestra mente es como un mono saltarín, que va sobre todo a dos sitios: a pasado, recordando qué pasó, que nos dijeron, qué dijimos… al futuro, anticipando qué pasará, qué nos dirán, qué haremos.
Respirar para calmar la mente nos permite enfocar las situaciones de una forma más serena, sin sobresaltos .
Ante una situación de estrés (y esto lo decide uno mismo, cada uno siente qué es lo que le condiciona) es bueno encontrar 3 minutos para practicar este sencillo ejercicio, buscar un lugar para descansar o incluso caminar por el bosque. Te recomendamos que lo intentes y verás los resultados.
ANTES DE EMPEZAR
Si te animas a hacer esta práctica, un consejo: simplicidad. No te compliques con cojines de meditación, un lugar perfecto, etc. Si tienes dudas de cómo hacerlo, hazlo de la manera más simple que se te ocurra.
PRÁCTICA 1: ATENCIÓN A LA RESPIRACIÓN
Esta práctica es muy sencilla y muy efectiva. Puedes practicarla como una meditación, dedicando un tiempo a ello en un momento del día, o puedes practicarla en cualquier momento y cualquier situación, te ayudará a volver al aquí y ahora.
Consiste en lo siguiente:
- Haz tres respiraciones profundas, cogiendo todo el aire que puedas por la nariz y soltándolo por la boca.
- Elige una parte de tu cuerpo en la que notes la respiración: puede ser la punta de la nariz, el pecho, el vientre o cualquier otro punto.
- Centra tu atención ahí. Nota los efectos que produce el aire al entrar y salir de tu cuerpo. Como se eleva tu pecho o tu vientre, como roza el aire al pasar por tu nariz, por ejemplo.
- No modifiques la respiración, sólo observa y respeta cómo es en cada momento.
- Si de pronto algo te distrae (un pensamiento, un ruido, una sensación…), vuelve a dirigir amablemente la atención a donde estaba y continúa sintiendo tu respiración. Cada vez que te alejes, vuelve a ella.
Eso es todo. Esta práctica base practicada todos los días marcará una gran diferencia en cómo te sientes.